miércoles, 4 de mayo de 2016

Pasear...

Sin esfuerzo ni gloria hago camino por el sendero de esta mi vida solitaria.
La brisa suave y continua mece mi cabello y acaricia mi piel morena.
Voy caminando, disfrutando del panorama y gozando de la paz que me envuelve.
En los márgenes del camino, arbustos y plantas me regalan fragancias
que junto con las flores y las empedradas paredes forman el paisaje de este resquicio de mundo.

Bosques de pinos, encinares repletos de arbustos y pese a ser de tierra adentro llamamos marina.
Cada otoño nos regalan montones de setas, en verano madera y fragancias diversas todo el año.
Pero lo mejor que nos dan son esos momentos inolvidables mientras los recorremos.
Unos momentos que aunque quisiéramos nunca volverán a ser igual, parecidos puede, pero no igual.

Cantos de gorriones, tordos, abubillas y hasta grajos; todos ellos armonizando con chicharras
La sombra de los árboles evita que el calor se apodere de nosotros y así se puede disfrutar
de estos pequeños placeres que nos da la vida simplemente saliendo a dar una vuelta.

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