miércoles, 4 de mayo de 2016

Camarero, yo si. ¿Y tú?

¿Sabes qué es un camarero? Pues según la Real Academia de la Lengua Española literalmente en la primera de las acepciones dice: persona que tiene por oficio servir consumiciones en restaurantes, bares u otros establecimientos similares. Hasta ahí estamos todos de acuerdo. Bueno, lo estarás tú porque lo que viene a ser mi opinión, difiere mucho de esa aunque son complementarias.

Hace ya década y pico que me dedico al noble oficio de la restauración. No de muebles, sino de estómagos. Si, resulta que restaurante no es una palabra puesta ahí por capricho de nadie, si no por la derivación de su verbo. Dicho esto, voy a exponer una serie de ideas que creo bastante necesarias para que la gente interiorice para cuando vuelva a un establecimiento de esta índole y trate con el personal que le atienda.

Lo primero es decir que camarero/a no es aquella persona capaz de llevar más de dos platos a la vez sin que se le caigan y una bandeja sin la misma consecuencia que los platos. Un camarero es un profesional con unos conocimientos precisos sobre la oferta gastronómica del local, su origen, sus propiedades, características organolépticas, como prepararlo para el disfrute de esas materias por parte del cliente. Además de tener siempre una sonrisa puesta, tener las habilidades propias de la profesión en cuanto a manejo de herramientas y protocolos de servicio, un master en psicología, cinco idiomas aprendidos en plan matrix y una memoria más grande que la de un super ordenador. Ah, y se me olvidaba lo más importante. Toneladas de paciencia y buen humor.

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Por lo tanto, ¿cuántos camareros pueden decir que son camareros? Seamos sinceros, hoy en día en los locales digamos de gama estándar camareros profesionales... pocos o ninguno. Eso sí, todos los que hay te dicen que son los mejores del mundo. Sin embargo, no hay estudios, no hay idiomas, no hay protocolo de servicio, no hay técnica para la elaboración del producto, no hay conocimiento de cualidades organolépticas, pero lo que si tienen es un salario básico. Eso que tanto les gusta a los empresarios, pagar poco por tener a alguien muchas horas trabajando y que mientras facture lo que se espera, el resto da igual. Estas cosas a mi me fastidian mucho ya que yo he sacado adelante mis estudios, que me han costado mi tiempo y mi inversión económica y que no puedo sacar partido ya que los empresarios no están dispuestos a pagar por mis conocimientos y los clientes en muchos de los casos tampoco están dispuestos a pagar por un servicio de calidad. Prima más el precio del producto a la calidad y el servicio del mismo.


Hace unos años me preguntó un cliente el motivo por el que yo había elegido esa profesión como mi modo de ganarme el sustento y yo le dije lo siguiente: Sr. Manuel, yo he elegido esta profesión por vocación. Es una profesión muy sacrificada ya que cuando el resto está celebrando, yo trabajo. Cuando todos están de paseo con la familia, yo les atiendo cuando se sientan en mi terraza. El poder atender a esas personas y que se vayan satisfechas del local donde yo trabajo es algo que me llena de orgullo. También es cierto que hay momentos que a uno se le cruzan los cables y mandaría a según que clientes a tomar viento por decirlo finamente pero esos clientes, son los menos y no es culpa suya el que no tengan modales, que no sepan respetar al prójimo y lo que más me duele, que la gente por el echo de no servirse y que les sirva yo tergiversen mi actitud servicial con un acto de servilismo hacia su persona y ya abusen de las confianzas. ¿Sabe usted sr. Manuel? El camarero es aquella persona que hace que nuestras celebraciones salgan perfectas ni que se note que está ahí. En las bodas, bautizos, entregas de premios, cualquier celebración... Los camareros preparamos los cubiertos repasándolos con cariño, las copas con más cariño todavía para que no se rompan, engalanamos las mesas y las sillas, decoramos el local incluso, se suele hacer una limpieza extra en ocasiones especiales. Los compañeros de la cocina se pasan horas ante los fuegos preparando los manjares, todo listo para que los clientes lleguen, celebren, coman y beban, festejen y cuando se vayan puedan hablar durante días de lo bien que lo han pasado en dicha celebración. Pero si un solo camarero se equivoca, todo ese esmero no sirve para nada ya que lo que será recordado será la pifia que pueda tener yo o cualquiera de los compañeros/as que estén en el servicio. Por eso, hacemos que los momentos felices de la gente, sean más felices y perfectos. No es solo llegar a la mesa sin manchar al cliente ni a uno mismo y darle lo que ha pedido.
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Por estas razones y otras que ya escribiré en futuras ocasiones yo soy camarero y por eso critico la hipocresía y la desfachatez de mucha gente a la hora de pagar los servicios recibidos en bares, restaurantes y demás establecimientos similares. Cuando un cliente entra en una tienda de moda de alta gama, mira, prueba y si le convence, compra sin rechistar el precio ya que supone que es acorde al precio de la materia prima, el trabajo invertido en el diseño y su costura. Entonces no os quejéis al camarero por el precio de las consumiciones, que hacemos que seáis más felices y la felicidad, no tiene precio.

Salud.

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