jueves, 28 de abril de 2016

Otra vez es lunes

Abro los ojos, no se donde estoy. Miro a mi alrededor y estoy en una habitación desconocida. La cortina de la puerta que da a una terraza se mece por la brisa. Me siento relajado. Oigo el mar de fondo. Estoy solo, desnudo. No recuerdo como he llegado ahí pero tampoco me importa mucho. Me siento en el borde de la cama y observo el exterior. Parece que estoy en una playa paradisíaca y no se oyen vestigios de más humanidad a mi alrededor. Tengo dudas, pero al final salgo a la terraza. La brisa marina refresca mi anatomía y se me eriza la piel. Veo que estoy en una cabaña de madera, solitaria en ese bello rincón del mundo. Sólo se ven palmeras a ambos lados y ningún rastro de pisadas sobre la arena. El agua transparente me invita a sentir sus caricias. Tímidamente me acerco. Voy escrutando a mi alrededor por si aparece alguien. Siento que voy a hacer una travesura. Me siento en la orilla. El agua acaricia mis piernas suavemente. Me quedo ahí, disfrutando del momento. La libertad es un sentimiento que se va apoderando de todos mis pensamientos. Sigo dubitativo, pero me levanto y voy entrando en el mar. Quiero nadar, sentir ese cálido roce por todo mi cuerpo. Avanzo unos metros y me zambullo. La sensación de placer de ese momento es algo que nunca antes había vivido. Parece algo irreal pero muy bonito a la vez. Tanto, que se desvanece al oír como suena la alarma de mi teléfono. Otra vez es lunes, como cada mañana.

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