miércoles, 27 de abril de 2016

Favàritx

Una noche estrellada, cálida, pero con una fresca brisa proveniente del mar eriza mis sentidos. A lo lejos se ve el fuego de las luces de la civilización; contaminando ese ángulo del paisaje. Silencio. Ensordecedores grillos entonando sus nocturnas melodías. Las hojas de los arbustos se mecen al vaivén de una nana. Me tumbo en el suelo. Permanezco con los ojos cerrados deleitándome con los olores, sonidos y texturas de esta noche. Huele a mar, a romero, a pino, a la arena que me sirve de colchón. Cuando tengo esos tres sentidos a punto del colapso abro los ojos. Un mundo conocido vuelve a mi. Diferente. Espectacular. Sólo veo estrellas. Se puede apreciar la Vía Láctea cruzando majestuosamente el firmamento. Cada pocos segundos una luz parpadea. Me recuerda dónde estoy. Me siento otra vez y embelesado por el haz de luz me quedo observando hipnotizado como si una sirena me susurrara al oído: Favàritx


No hay comentarios:

Publicar un comentario