El dedo de mi conciencia
acaricia tu indecencia
ahogándose, en el abismo
mientras a gritos murmullas
no esperar eso de mi.
Saboreas el jugo de mi promesa
venido a ti por sorpresa.
Novicia decías, mas no puede ser
que tan supremo arte domines
en una sola vez.
Encumbrada zigzagueas
creyéndote ama y señora
dominante de tu amante.
Ese que ahora te domina
y tus entrañas perfora.
Sombras jadeantes bajo la luna
se compenetran
danzando sincronizadas
rituales ancestrales
mediante sonidos guturales.
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