Canto triste del mar salado,
réquiem forzado del día a día
a ritmo del manso oleaje
se convierte nuestro mar
en un vertedero casual.
Instantáneas de momentos,
felicidades compartidas,
soledades relajantes y más.
En cambio, dejamos botellas,
colillas, envoltorios y latas.
Vergüenza debería darnos
a locales, adoptados y visitantes
el dejar tanta huella en el paraíso,
es la casa de otros animales
¿lo permites en la tuya?
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